¿Cómo vivir desde la anormalidad?

¿Cómo vivir desde la anormalidad?

¿Sabías que podemos vivir en un mundo de “normales” desde lo “anormal”?

 

Tú y yo nacimos en un mundo guiado por patrones de lo que es normal, pero no estamos llamados a vivir vidas confirme a esos patrones. Tú y yo tenemos la oportunidad de vivir desde lo anormal. Pero, comencemos por definir qué es normal y qué es anormal.

¿Qué significa ser normal?

Se califica como normal todo aquello que se encuentra en su medio natural, lo que se toma como norma o regla social, es decir, aquello que es regular y ordinario para todos. Normal también es un término estadístico, que hace referencia al promedio aceptado.

¿Qué es la anormalidad?

La anormalidad es una característica definida en forma subjetiva que se asigna a aquellas personas que poseen condiciones raras o disfuncionales.

Entonces ¿cómo es que podemos vivir desde lo anormal?

Quiero usar el ejemplo de las personas que tienen parálisis cerebral para hablarles de los normal vs. Anormal. Estoy convencida que muchas personas con esta condición pueden vivir una vida normal, pues han decidido vivir desde la anormalidad. Suena raro, ¿verdad?

Quiero comenzar por hablarles de un ejemplo, muy cercano a mi corazón, mi hijo Juan. Él al nacer tuvo una hemorragia cerebral grado máximo que desembocó en una parálisis cerebral. No fue fácil cuando supe de su condición, y comencé a llenarme de temores, pues pensé que esa condición limitaría su vida para proyectarse al cumplimiento de metas y su propósito en la vida.

Por ejemplo, en lugar de comenzar a gatear como lo hacen los bebés entre los 6 y 10 meses de edad, mi hijo comenzó a arrastrarse hacia atrás acostado sobre su espalda, apoyado por su cabeza, pues sus extremidades no tenían fuerza.

Debo confesarles que la primera vez que lo vi haciendo eso, no fue un momento tan agradable, y hasta lloré. Se dolió mi corazón, pues yo hubiera querido verlo haciendo lo que se esperaba que todos los bebés de su edad hicieran: gatear. Sin embargo, luego me puse a reflexionar en qué era lo que me había hecho llorar.  Luego de un rato de reflexión, entendí que me había molestado porque eso no era NORMAL, bueno, normal dentro de la normalidad a la que yo estaba acostumbrada, pero pensé que él quería comenzar a desplazarse de un lado para otro, y había encontrado una forma de hacerlo, y su “etiqueta” de discapacidad no se lo iba a impedir.

Se esperaría, por ejemplo, que las personas con parálisis cerebral, debido a su discapacidad motora, no incursionen en deportes, actividades extremas, o, en general, actividades que requieran desarrollar sus habilidades motoras en las piernas y brazos.

 

Sin embargo, mi hijo me dio grandes lecciones de vida. Al igual que muchos niños fue creciendo y comenzaron a gustarle los deportes; un día me dijo que quería ser un jugador de fútbol (soccer como se le llama en los Estados Unidos), y no cualquier jugador, sino uno famoso. Aun cuando los doctores me habían dicho que, debido a la severidad del daño cerebral al nacer, tal vez nunca caminaría, un día comenzó a caminar y, eventualmente, comenzó a patear la pelota. Con el tiempo armó su propia cancha de fútbol en su cuarto, desde donde soñaba con ser ese gran futbolista, narraba partidos y fue aprendiendo, poco a poco, todo lo que pudo sobre ese deporte. Otro día me dijo que anhelaba ser un gran basquetbolista y que para eso debía entrenar para llegar a ser como uno de sus jugadores favoritos: Steven Curry. Una tarde al llegar del colegio me entregó unos ahorros; había estado guardando dinero para comprar una cesta de baloncesto, e instalarla en la puerta de su cuarto. Él pasaba horas encestando, hasta que poco a poco, con la mano que tenía funcional, fue desarrollando una destreza tal, que hizo que su profesor de educación física creyera que él estaba en una liga de baloncesto.

¿Saben? Un día pensé que nunca iba a patear un balón, pero no solo logró patear varios balones, sino que en varias oportunidades logró meter goles. Él logró vivir una vida normal desde la anormalidad y esto me llevó a reflexionar que muchas veces nosotros nos dejamos guiar por los patrones de lo común, lo promedio, de lo que debería ser de acuerdo con nuestra condición, y vivir así nos puede limitar y, aún, paralizarnos para alcanzar metas y andar en nuestro propósito.

No nos atrevemos a soñar en metas que podrían, incluso, ir más allá de nuestras capacidades presentes, porque el pensamiento de <<si tú no tienes esto, o no has hecho esto, no lo puedes lograr>> termina dominando nuestro pensamiento.

Entonces ¿cómo vivir desde lo anormal?

 

Tenemos que comenzar por un cambio de adentro hacia afuera, para empezar a soñar con alcanzar eso que hemos anhelado; no solo mirarlo desde lejos.

Hay un pasaje en la Biblia en Romanos 12:2 << Y no vivan ya como vive todo el mundo. Al contrario, cambien de manera de ser y de pensar. Así podrán saber qué es lo que Dios quiere, es decir, todo lo que es bueno, agradable y perfecto>>. (NTV).

En este pasaje se habla de CAMBIAR nuestra manera de SER y de PENSAR. La sociedad de la que hacemos parte nos impone una manera de pensar y de ser y, eso termina determinando cómo vivimos o nos comportamos. A partir de una transformación en nuestra manera de pensar, para no vivir como vive todo el mundo, podremos comenzar a descubrir NUESTRO PROPOSITO, que realmente ha estado en ti y dentro de ti, pues tu propósito es tu vida misma, proyectada al mundo de diversas maneras. Y este propósito es bueno, agradable y perfecto, de acuerdo con lo que nos dice la Biblia. Perfecto, no con respecto a los parámetros de perfección que nos vende el mundo, sino perfecto porque habrás logrado cumplir aquello para lo cual viniste a este mundo.

Sólo así podrás ser de las personas que lleguen a meter muchos goles a la vida, aunque un día te hayan dicho que ni siquiera podrías caminar.

Recuerda: “Vive desde lo anormal”